miércoles, abril 26, 2006

Nuestro Dios es fuego consumidor

Our God is a consuming Fire
Nuestro Dios es fuego consumidor
Alonzo Jones
Publicado en la Review and Herald, 24 de Enero al 7 de Febrero, 1899
Traducción: Daniel

El Señor viene. El viene con poder y gran gloria. Y “nuestro Dios es fuego consumidor”[1]. “EMPERO acerca de los tiempos y de los momentos, no tenéis, hermanos, necesidad de que yo os escriba: Porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá así como ladrón de noche, que cuando dirán, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán”[2]. Y aunque es cierto que no es necesario que acerca de los tiempos y de los momentos les hable ahora, hay algo relacionado con su venida de lo cual es esencial hablar, y pensar sobre ello, todo el tiempo; y esto es, el efecto de su venida; por que el viene “en llama de fuego, para dar el pago á los que no conocieron á Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia,”[3]
Nuevamente, y está escrito “y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;”[4]. Así es, que cuando él viene en su gloria, es una gloria consumidora, destruyendo a impíos y todos aquellos que tienen cualquier rastro de maldad.
Y nuevamente, y está escrito “He aquí el día de Jehová viene, crudo, y de saña y ardor de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores ... Y visitaré la maldad sobre el mundo, y sobre los impíos su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes”[5]. “¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? ó ¿quién podrá estar cuando él se mostrará?”[6]. Esa es la pregunta. Así como él es fuego consumidor, y como tal, cuando él venga, lo veremos tal como él es, deberemos encontrarnos frente a él como fuego consumidor que él es, y no existe otra forma en la cual nos encontraremos.
Cuando venga, no hará más acepción de personas que antes de que él venga. “Dios no hace acepción de personas”[7]. Tan ciertamente de que él es como es, tan ciertamente que él viene como es, y tan ciertamente que le veremos así como él es, así tan ciertamente también, cada uno de nosotros, seremos tratados así como somos. No hay cambio de carácter ese día, no hay tiempo para un cambio tal en aquel día.
Sin embargo, en aquel día, así como es todos los otros días, la ira de Dios no cae sobre los hombres en si mismos; sino sobre los pecados de los hombres, y sobre los hombres únicamente cuando ellos se identifican con sus pecados. “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo” no contra todo hombre impío, no contra todo hombre que practica injusticia, sino “contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia:”[8]. Y solamente cuando el hombre que se aferra a su impiedad, solamente cuando deteniendo la verdad con injusticia, será que la ira de Dios será revelada del cielo contra él: y ni siquiera contra él mismo en forma primaria, sino contra el pecado al cual él se aferra, y que no abandona. Y así como él ha hecho manifiesta su elección, adhiriendo firmemente a la misma, él mismo debe tomar las consecuencias de dicha elección, cuando su elección haya alcanzado su resultado. Así está escrito, y leo nuevamente, “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad (que la resisten, la ocultan) con injusticia:”.
Continuando en la lectura donde leímos hace un instante, “Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean á la mentira; Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes consintieron á la iniquidad”[9]. “No creyeron a la verdad”. Ellos la conocieron a la verdad, les fue presentada, sus corazones la reconocieron, el Espíritu de Dios les dijo que era la verdad; sus propias conciencias aprobaron de ella todo: pero no creerían en la verdad; ellos “consintieron a la iniquidad”, resistieron y detuvieron la verdad con injusticia; y “por tanto, pues” es que la ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre ellos.
Como fue manifestado anteriormente, la ira de Dios no es contra ellos en forma primaria, sino contra aquello que ellos aman, contra aquello a lo cual ellos se aferran y de lo cual no se separan. Y finalmente, en aquel gran día cuando sea el juicio, y a la derecha y a la izquierda esten todas las personas que hallan vivido a través de todos los tiempos, aquellos de la izquierda irán “al fuego eterno preparado” no para ellos, sino “para el diablo y para sus ángeles:”[10]. El Señor ha hecho todo para que ellos no vean el fuego eterno. El dio su Hijo para que ellos sean salvos, y nunca conozcan el fuego eterno. No estaba preparado para ellos. El no desea que ellos se pierdan, pero allí tienen que ir porque allí está la compañía que ellos eligieron, ese es el lugar con el cual ellos se han vinculado, y del cual no serán separados. Por lo tanto, dice, “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles:”
No preparado para ti. Dios en ese día, el Señor Jesucristo en aquella hora, cuando aquellas palabras sean pronunciadas, estará tan apenado como lo estuvo a la hora de la cruz. El estará tan apenado que ellos tienen que ir a dicho lugar, el cual no fue preparado para ellos, como lo estuvo en la hora de la cruz. No es su placer que cualquiera esté allí. Ellos están allí por ese pecado al cual se han aferrado y al cual se han unido inseparablemente. Y siendo ella su elección irrevocable, ellos simplemente tienen la oportunidad ahora de recibir ciertamente, y en forma completa, aquello que han elegido. Ellos siempre tuvieron su opción, hicieron su elección, se plantaron en su elección: y cuando reciben las consecuencias de su elección, realmente no hay espacio para objeciones. Dios ha hecho todo lo posible que podía hacer, pero ellos no lo quisieron.
Así, a pesar de que es un hecho de que el Señor no desea que esta realidad sobrevenga sobre cualquiera, sin embargo, como “Dios es fuego consumidor”, esa es la manera en que debe venir. Siendo como fuego consumidor, y viniendo como él es, viene en llama de fuego para visitar toda maldad y darle su final; y todo aquel que se halle unido a la maldad debe seguir su mismo destino.
“Para dar el pago a los que no conocieron a Dios”. Ellos tuvieron su oportunidad de conocer a Dios. Multitudes profesaron que conocían a Dios, pero con sus obras lo negaron. Por que ellos tenían la apariencia de piedad, la profesión, pero habrán negado la eficacia de ella. Usted conoce las palabras: “ESTO también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; … réprobos acerca de la fe”[11]. Y destrucción viene sobre ellos, no porque no tuvieron oportunidad, sino porque desecharon todas las oportunidades que tuvieron, no porque no tuvieran oportunidad de conocer a Dios, sino porque rechazaron cada oportunidad que Dios les dio para encontrarse con él, y conocerlo cuando él se manifiesta.
Dios es ostensiblemente claro; porque Jesús dijo: “Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo. El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue:”[12].
Ahora encontremos el “quién”. No es Jesucristo: el dice que no es. No es Dios; por que el Señor Jesús dice “Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo”. Aquí no está el “quien”. Pero hay “quien” que lo juzga, y creo que lo podemos encontrar. Miremos el texto nuevamente. “Y el que oyere mis palabras”. Esas palabras son las palabras de Dios. Es la palabra de vida de Dios, porque es la palabra de Dios. La palabra de vida de Dios es vida eterna, porque la vida de Dios es eterna. Entonces tenemos la palabra de vida eterna. La palabra es pronunciada. Todos los hombres la oyen. “Y el que oyere mis palabras” y “y no las creyere”; siendo dicha palabra la palabra de vida, cuando viene a ti, o viene a mi, o cualquier otro hombre, vida eterna viene a ti, o a mi, o a cualquier otro hombre. En las “palabras de vida eterna” vida eterna viene a aquel que le llega la palabra. Y cuando él rechaza la palabra, rechaza la vida eterna. Y al elegir rechazar la vida eterna, elige la muerte eterna. Es su propia opción rechazar la vida eterna, y al hacerlo escoge muerte.
Entonces cuando la muerte viene a aquella persona, ¿quién eligió que esto fuera de esta manera? ¿Quién lo creyó digno de muerte? ¿Quién lo juzgó? ¿Quién lo sentenció a muerte? Únicamente él mismo. Nadie tiene algo que ver en este resultado. Dios hizo todo lo que pudo: puso la vida eterna ante él, lo rodeó de cada posible elemento que lo indujera, persuadiera a recibirla, la hizo atractiva, la adornó, la decoró, tan bella como la verdad de Dios puede ser hecha en si misma, y su propio corazón lo reconoció, el Espíritu de Dios le dijo “Esto es lo correcto, esta es la verdad”, pero “consintieron a la iniquidad”. Rechazó la palabra, y al rechazar la palabra de vida eterna, rechazó la vida eterna eligiendo de tal manera la muerte eterna. Y cuando recibe la muerte eterna, es tan solo lo que él ha elegido. Solamente él se ha considerado digno de tal cosa.
Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquia, y los judíos contradijeron y blasfemaron contra aquellas cosas que fueron dichas por Pablo y Bernabé a los gentiles, estos hombres de Dios afirmaron visiblemente lo siguiente: “Entonces Pablo y Bernabé, usando de libertad, dijeron: A vosotros á la verdad era menester que se os hablase la palabra de Dios; mas pues que la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos á los Gentiles”[13]. Noten, no fue dicho: nosotros te juzgamos indignos de la vida eterna. No; sino que fue dicho: “y os juzgáis indignos de la vida eterna”. Cada hombre que enfrente la muerte eterna pasa sobre si mismo el juicio de dicha muerte.
Toda la Escritura está basada en este pensamiento: de que no es en contra de la persona, sino contra aquello a lo cual dicha persona se ha aferrado, sobre lo cual la ira de Dios se manifiesta. Y cuando el Señor ejecuta venganza primariamente únicamente contra el pecado, siendo su ira únicamente contra la impiedad y la injusticia, habiendo hecho todo lo posible para lograr que la persona se separe del pecado, entonces, en aquel día ardiente en el cual venga, y se revele a si mismo al mundo, y el mundo lo vea tal como él es, será únicamente contra el pecado contra lo cual él ejecutará su venganza.
¿Qué más podría haber hecho Dios de lo que hizo para quitar el pecado? Dio a su Hijo unigénito; Jesús se dio a si mismo, para que todo aquel que crea en él, no se pierda mas tenga vida eterna. El se compromete a si mismo a cada alma que crea, de que no perecerá. La palabra no se lee, como muchas veces es mal leída o entendida: de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, quizás no se pierda sino que tenga vida eterna. No dice así. El próximo versículo es el que tiene la condicionalidad: “Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él”[14]. Para que el mundo sea salvo. Puede serlo también. Cuando Dios entregó a su Hijo, estableció la eterna posibilidad de que cada alma alcance la salvación. Pero es aquí donde entra el elemento condicional. Aquí es donde existe el “tal vez” o el “quizás”. Porque el hecho de que alguien pueda ser salvo, depende de las elecciones que dicha persona realice. El Señor no nos salvará contrariando nuestras decisiones. El lo ha hecho posible, en el regalo de Cristo, que cada uno de nosotros sea salvo. Depende de cada uno de nosotros si elegimos la salvación que se nos ha sido ofrecida, y tomando la cruz, y siguiendo sus pasos, que sea cierta para nosotros.
Pero cuando uno ha elegido a Cristo y cree en él, ya no hay “tal vez” o “quizás”. Entonces “será”. Entonces leyendo el versículo se encuentra que no hay elementos condicionales en él, sino que firme está el “será así”. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda (no dice “quizás no se pierda”), mas tenga vida eterna”[15]. Creyendo en Jesucristo desaparece todo “quizás” que pueda haber habido alguna vez, y lo transforma en un eterno “será” que no se pierda, más tenga vida eterna. Por lo tanto, para cada alma que cree en Jesús, Dios dice: me comprometo a mi mismo que “no te perderás”. Para cada alma en la tierra, por más impía que la misma sea, el mensaje de Dios es que él ha hecho la provisión, él ya lo ha establecido, y es así tan cierto como que en cuanto un alma cree en Jesucristo, así de cierto dicha alma “no se perderá”. Esta es una buena proposición. Es infinitamente justa, e infinitamente generosa. Esta tan justa y generosa, como Dios mismo lo es.
La destrucción del pecado es el único camino de la salvación. “Y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará á su pueblo de sus pecados”[16]. Entonces cuando acepto su propuesta, tan cierto como creo en Jesús, así también de cierto es que no pereceré. Y al aceptar dicha propuesta, acepto la provisión hecha de que dejaré el pecado. Acuerdo que estoy dispuesto a ser separado del pecado, y de que me separaré del pecado. Miren: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho,”[17]. Tenemos entonces que el objetivo de la cruz de Cristo es la destrucción del pecado. Nunca pierdas este pensamiento. Afírmate a él para siempre: el objetivo de la cruz de Jesucristo, de la crucifixión de Jesucristo, es la destrucción del pecado. Gracias a Dios, este objetivo será alcanzado. Ahora leamos el texto en forma completa. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, á fin de que no sirvamos más al pecado”. No solamente hay destrucción del pecado, sino que también hay libertad en no servir más al pecado. “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”[18]. Sigamos este pensamiento brevemente a través del capítulo. Hay un mundo entero de cristiana victoria y gozo.

“Porque el que es muerto, justificado es del pecado”[19]. Aquel que es crucificado, aquel que ha aceptado la muerte de Jesucristo, y es crucificado con él, ése es liberado del pecado.
“Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;”[20]. ¿Pero donde vive él? ¿Vive en pecado? Nunca vivió en pecado. Entonces, tan ciertamente como vivimos con él, vivimos con él libre de pecado.
“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él”[21]. No puede mantener el dominio o señorío que sobre él tuvo. Tuvo señorío sobre él, porque él mismo se entregó al dominio de la muerte, pero la muerte no lo pudo retener, porque estuvo separado del pecado. Asimismo la muerte no puede retener a cualquier otro, a pesar de que tenga el dominio o la señoría, no puede retener al hombre que está libre del pecado.
“Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias; Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumento de iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y vuestros miembros á Dios por instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”[22].
Allí dice el apóstol que el pecado no se enseñoreará de ti. No dejes por lo tanto, que el pecado reine en tu cuerpo, ni en tus miembros. Luego, avanzando un poquito: “¿No sabéis que á quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel á quien obedecéis, ó del pecado para muerte, ó de la obediencia para justicia?”[23]. El siguiente versículo dice: “Empero gracias á Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón á aquella forma de doctrina á la cual sois entregados; Y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia”[24].
La cruz de Cristo, no solamente trae libertad del pecado, sino que también hace al hombre siervo de justicia. El siguiente versículo nos dice que el servicio de justicia es “para santificación”[25] siendo el fin de la santificación la vida eterna, pues sin santidad “ninguno verá al Señor”[26].
Queda perfectamente claro entonces, tan claro como el agua, que la verdadera preparación para la venida del Señor es mediante la separación del pecado. No hace diferencia cuanto hablemos acerca de la venida del Señor, ni tampoco cuanto prediquemos acerca de las señales de los tiempos, ni cuanto nos preparemos para las mismas, y aunque vendamos todo y lo entreguemos a los pobres; si no nos estamos separando del pecado, haciendo nuestra permanente consideración la separación absoluta del pecado, y de ser siervos de justicia para santidad, entonces no estamos haciendo ningún tipo de preparación para la venida del Señor: toda nuestra profesión es un engaño. Es probable que no lo estemos haciendo con la intención de engañar, sino que nos estamos engañando a nosotros mismos. Puede ser que nos estemos a nosotros mismos engañando con ello, pero no hace ninguna diferencia: si nuestra constante consideración no es la separación absoluta del pecado, nuestra profesión es un engaño.
El profesar ser adventista, el ser adventista del séptimo día, esperando la venida del Señor, diciéndole a la gente que la venida del Señor está cerca, estando atento a las señales de los tiempos, todo esto es correcto, absolutamente y para siempre correcto. Pero, si tengo todo esto, pero no tengo una sola cosa, la única ambición de estar completamente separado del pecado, del servicio de pecado, mi profesión de la fe adventista es un engaño; porque si no estoy separado del pecado, no puedo de ninguna manera encontrarme en paz con el Señor en su venida. Por lo tanto si mi única ambición no es la separación completa del pecado, y del servicio de pecado, no me estoy preparando en absoluto para encontrarme con el Señor.
Es por lo tanto la pregunta para cada uno de nosotros hoy, y sobre todo para los adventistas del séptimo día, ¿Te estás preparando para encontrarte con el Señor, con quién, sin santidad, ninguno verá? Y te voy a preguntar más aún. ¿Estás listo para encontrarte con el Señor? De los tiempos y de los momentos o estaciones no hace falta que les hable. No es necesario que les escriba acerca de cuan cerca está la venida del Señor. Las señales se están multiplicando en toda la tierra. Usted es adventista. Usted sabe todo esto, pero corresponde que yo le pregunte, ahora y siempre, ¿Se ha separado usted del pecado? ¿Y estando separado del pecado, se halla listo para encontrarse con el Señor? Porque nuestro Señor es fuego consumidor, y no hay manera de evitar dicha realidad. Él es fuego consumidor. No precisas entretener la idea de que Dios no es fuego consumidor. Hazte a la idea. El dice que es lo que es, y lo más pronto posible que nosotros nos hagamos a la idea de que Dios es fuego consumidor mejor.
Jesús viene, hablamos de eso, y será a nosotros. El viene en llama de fuego, viene como fuego consumidor; pero quiero saber ¿ que sentido tiene hablar de su venida si no estamos listos para encontrarnos con él en su fuego consumidor? Es un engaño total para cualquier hombre ignorar descuidadamente cuando es la verdad eterna.
¿Recuerdas que la Palabra no solamente dice que lo veremos, sino que lo veremos como él es? Esto es, lo veremos a él como fuego consumidor, y me alegro de que así sea. Gracias al Señor! Aquí hay una descripción cuando Juan lo vio como él es, lo vio como nosotros lo veremos, y que dice? Solamente algunos puntos: “y sus ojos como llama de fuego”; “Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno” y “Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”[27]. Sus vestimentas eran “muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos”[28] tan “blancos como la luz”[29], la blancura de una penetrante y consumadora brillantez. Esto es él. Y así es él cuando el viene como él es; y sin santidad ninguno verá al Señor. Sin separación del pecado, ningún hombre podrá permanecer en pie.
Es entonces la pregunta conmigo y conmigo hoy y todo el tiempo, ¿Cómo estar tan separado del pecado que lo podamos encontrar en llama de fuego? ¿Cómo, cómo?
Mírate a ti mismo y a tu pasado, que yo me mirare a mi mismo y a mi pasado. Miraremos las malas tendencias que están en nosotros, las batallas que hemos peleado y los profundos anhelos que hemos tenido en superar nuestras deficiencias, y de separarnos de todo mal de tal manera que pudiéramos estar realmente preparados. ¿Hay tiempo para que estemos preparados? En el pequeño tiempo que nos separa del día de hoy y aquel día, ¿queda tiempo?, y si es así, ¿cuando será el día en que tu y yo hayamos alcanzado de tal modo dicho estado, hayamos alcanzado por nosotros mismos tal separación del pecado, que estemos en condición de encontrarnos con él en llama de fuego? La respuesta es, Nunca. Ese tiempo nunca, nunca va a llegar.
¿Qué debemos hacer entonces? No me malentiendas. No dije que nunca llegará el tiempo en el cual podamos ser separados del pecado. Dije, mírate a ti mismo, y yo me miraré a mi mismo, y descubriremos que es lo que somos, cuan llenos estamos de malas tendencias, y que tan pequeño progreso hemos hecho en esta tarea de superar, y pregunto ¿Cuándo llegará el tiempo en tu y yo nos hayamos separado por nosotros mismos tanto del pecado que lo podamos encontrar a él en llama de fuego? Es ese tiempo el cual digo que nunca llegará.
Pero, Gracias al Señor!! hay tiempo para estar separado del pecado. Nunca vendrá el tiempo en el que nosotros por nosotros mismos podamos hacer este trabajo, pero el tiempo es ahora, JUSTO AHORA, de estar separado del pecado. El tiempo o momento de estar separado del pecado es ahora mismo, y ese ahora es todo el tiempo; porque “he aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud”[30]. Solo Dios puede separarnos del pecado, y él lo hará, y lo hará ahora mismo. Bendito sea su nombre!
Sin embargo, lo que todos tenemos que entender, es que la única manera en la cual Dios puede separar y separa el pecado de cualquier persona es mediante el fuego consumidor de su presencia. La única manera, por lo tanto, en la que tu y yo podemos estar tan separados del pecado como para encontrarnos con Dios así como él es, en el fuego consumidor que él es, en aquel gran día, es encontrarnos con el HOY como él es, en el fuego consumidor que él es. La única manera en la que podemos estar preparados para encontrarnos en su venida en aquel gran día es encontrarnos en su venida hoy. Porque hay una venida al hombre que es ahora, tan real como para el mundo en aquel gran día. “No os dejaré huérfanos: vendré Á VOSOTROS”[31]. Pero no olvides que ya sea que el venga a mi o a ti ahora, o a otras personas en aquel gran día, el solo viene como fuego consumidor.
Escucha: “si alguno oyere mi voz y abriere la puerta” ¿y como dice?, “entraré á él”[32]. Bien. Gracias al Señor!!. Y él es como fuego purificador y cuando él viene a morar en ti, esa venida consumirá todo el pecado en ti, así cuando él venga en las nubes de los cielos en llama de fuego, tu puedas encontrarte en gozo con él en el fuego consumidor que él es.
¿Escuchas entonces su voz? “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, ENTRARÉ Á ÉL”30. ¿Escuchas su voz? Entonces ábrele plenamente la puerta y mantenla para siempre abierta. Dale la bienvenida, en el fuego consumidor que él es, y el fuego consumidor de su presencia consumirá todo pecado de tu vida, y de tal manera te preparará y limpiará para encontrarte con él en llama de fuego en aquel gran día.
Cuando me encuentro con él hoy, “en llama de fuego”, cuando lo doy la bienvenida hoy en “fuego consumidor” en mi, ¿tendré miedo de encontrarme con él en llama de fuego aquel día? No; estaré acostumbrado a ello, y conociendo que gran bendición es estar acostumbrado a encontrarme con él como “fuego consumidor”, sabiendo que gran bendición ello ha sido para mi hoy, estaré encantado de encontrarme con él aquel otro día, cuando el se manifieste del cielo en llama de fuego. “Nuestro Dios es como fuego consumidor”. ¡Gracias a Dios!
“¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? ó ¿quién podrá estar cuando él se mostrará? Porque él es como FUEGO purificador”[33]. Cuando me encuentro con él hoy, en el fuego consumidor que él es, lo encuentro en un fuego que es purificador, un fuego que purifica. “Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afinará como á oro y como á plata; y ofrecerán á Jehová ofrenda con justicia”[34]. Esto es separación del pecado, esto es purificación del pecado. Y esta purificación nos habilita para ofrecer ofrenda en justicia: somos hechos siervos de justicia para santificación, de tal manera que podamos encontrarnos con el Señor. Bendito sea el Señor entonces, que él es como fuego consumidor, que él es como fuego purificador.
Mira nuevamente a la expresión en Apocalipsis: “y sus ojos como llama de fuego”[35]. En aquel día sus ojos se posarán sobre cada uno de nosotros, y podrá ver claramente a través nuestro. Cuando sus ojos son como llama de fuego, y esos ojos en aquel gran día se posen sobre cada uno de nosotros, y miren claramente a través de cada uno de nosotros, ¿qué hará dicha mirada a todo aquel que su alma se encuentra envuelta, cuerpo y espíritu, en pecado? Consumirá el pecado y el pecador en él, porque no quiso separarse del pecado. Y hoy, justo ahora, esos ojos son los mismos que serán en aquel día. Hoy sus ojos son como llama de fuego; y “todas las cosas están desnudas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta”[36]. Muy bien, entonces, como todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta, ya sea que lo tengamos que hacer con o sin él, ¿porque no aceptar la realidad, tenerlo a él, y por nuestra parte abrir todo a sus ojos con quien tenemos que dar cuenta? Y teniendo abierta nuestra vida, a la llama de fuego de la gloria de sus brillantes ojos, ¿qué hará en nosotros? Esos ojos de llama viva de fuego mirarán claramente a través nuestro, y consumirán todo pecado, y toda escoria, y nos purificará de tal manera que verá su imagen reflejada en nosotros.
Está escrito que debemos servir al Señor “con sinceridad”[37]. Sincero es genuino, es verdadero, es como la miel pura. Originalmente es miel pura, purificada, y purificada nuevamente, hasta que alzando la miel a la luz, se encuentra que está sine-cera, “sin cera”, sin rastros de cera flotando en ella. Así es como dice él que hemos de ser tan ciertamente como somos cristianos. Dios nos limpia en la sangre de Cristo, y nos eleva en la luz del Señor, y el mundo solo puede ver la luz. Y así, “Vosotros sois la luz del mundo”[38].
Aquí nuevamente tenemos la Palabra del Señor: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”[39]. Está es la palabra dada a nosotros, hoy y todo el tiempo. Otra palabra dice así: “OH Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, Has entendido desde lejos mis pensamientos. Mi senda y mi acostarme has rodeado, Y estás impuesto en todos mis caminos. Pues aun no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me guarneciste, Y sobre mí pusiste tu mano”[40]. Otra versión dice: “Detrás y delante me rodeaste, y sobre mi pusiste tu mano”. Esto es un hecho. El nos ha rodeado a nuestro alrededor, y su mano es sobre nosotros. Ya sea que lo aceptemos o no, ese es otro tema, pero esta es la realidad con cada ser humano en esta tierra. Así es como todas las cosas están desnudas y abiertas ante los ojos de Aquel a quien daremos cuenta.
Entonces siendo que es un hecho la realidad de que él nos ha examinado, que nos conoce, y que nos examina y nos conoce todo el tiempo, ¿por que no aceptarlo y tener el beneficio del mismo? ¿Por que no presentarnos a él con la palabra, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos:” [41]? ¿Para qué? “Y ve si hay en mí camino de perversidad,”[42]. Oh! Eso me coloca frente a su rostro, para que sus gloriosos ojos de luz me miren, y brillen a través mío, como el fuego, buscando si hay camino de perversidad en mi! Y habiendo buscado, y siendo como fuego consumidor, consume extrayéndolo todo, y me guía por el camino eterno.
Entonces, la segura manera de evitar la llama de fuego de aquel gran día es darle la bienvenida a la llama de fuego este día de hoy. Por lo tanto, lo digo nuevamente, que nunca escape de tus pensamientos que “nuestro Dios es fuego consumidor”; y que la segura manera de evitar el fuego consumidor de aquel gran día cuando no habrá opción a cambiar, ni tiempo para elegir, es eligiendo hoy el bendito cambio que es recibido a través de darle la bienvenida libremente, alegremente, en nuestra vida, a nuestro Dios, quien es fuego consumidor.
Recuerdo las palabras que fueron habladas a Moisés. A medida que Moisés se acercaba más y más a Dios, dijo finalmente: “El entonces dijo: Ruégote que me muestres tu gloria.”[43]. Esto es exactamente lo que aparecerá en el gran día venidero que está a las puertas: El viene “sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.”[44]. Su gloria cubre los cielos en aquel día, y la tierra es llena de su misericordia. En aquel día él está vestido en un resplandor de inconmensurable gloria, “y todo ojo le verá”[45]. ¿Pero quien podrá soportar el resplandor de su venida? Esa es la pregunta y la respuesta es: Solo aquellos que hayan orado, y que ahora oran, esa oración cristiana, “Ruégote que me muestres tu gloria.”[46].
Cuando Moisés ora dicha bendita oración cristiana, el Señor dijo: “He aquí lugar junto á mí, y … yo te pondré en una hendidura de la peña,” “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro” “Y será que, cuando pasare mi gloria,” “te cubriré con mi mano…. Después apartaré mi mano”[47], y me verás. Pero a pesar de que todo hombre debería temblar ante el fuego consumidor del Señor en aquel gran día, hay un lugar hoy junto a él. Hemos por lo tanto de invitar a todas las almas, y de él te invito a ti, hoy, Ven, y ponte en el lugar junto a él, en la mismísima presencia de su llama de gloria. No tengas miedo. Moisés no estaba en condiciones ese día de soportar la totalidad de dicha gloria consumidora, pero el Señor en su amor, lo cubrió con su propia mano, y lo protegió de los efectos de dicha gloria, la cual el no estaba en condiciones de soportar.
El gran problema de aquel gran día es que las personas no están preparadas para soportar la gloria. “Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; Y decían á los montes y á las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero: Porque el gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?”[48]. El resplandor de la gloria de Dios brillará sobre la tierra, y estas personas no lo podrán soportar.
Pero no tengas miedo hoy. El dice: “He aquí lugar junto á mí,” hay un lugar “en una hendidura de la peña” y “yo te pondré en una hendidura de la peña” y yo “te cubriré con mi mano” [49] así puedes soportar el resplandor, y el poder purificador de mi gloria. Y el fuego consumidor de mi presencia consumirá todo pecado. Yo “te cubriré con mi mano”, te protegeré inclusive de esa debilidad que en ti, te hace incapaz de soportar la totalidad de mi gloria. Y cuando el en aquel gran día retire su mano, aquellos que hayan morado a su lado, y hayan sido purificados viviendo en el fuego consumidor hasta que hayan sido limpios y emblanquecidos, podrán mirar a su rostro descubierto. En el completo resplandor de su gloria, lo veremos, y lo veremos como él es.
Y aquí es donde estamos ahora, para mirar. Con la cara descubierta podemos mirar, inclusive ahora, a su rostro. Porque en la carne de Cristo Jesús, Dios veló el poder aniquilante de la gloria de su rostro, para que, habiendo brillado en nuestros corazones, el nos de la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo Jesús. Mirando el rostro de Cristo Jesús, miramos el rostro de Dios, y “nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.”[50]
Entonces que cada alma de la bienvenida al glorioso mensaje que Dios envía al mundo, “Tomad el Espíritu Santo”[51]; de la bienvenida al bendito Espíritu que obra este cambio por el cual somos transformados de gloria en gloria, y hechos listos para encontrarnos con él en aquel gran día de gloria; y no solamente darle la bienvenida al Espíritu Santo, sino anhelar fervientemente los mejores dones que él trae cuando viene. Desea los dones espirituales, porque ellos nos llevarán a la perfección en Cristo Jesús. Solamente de esta manera seremos hechos perfectos en Cristo Jesús, y en Cristo hechos listos para encontrarnos con él así como él es.
Dios es fuego consumidor, y me alegro de ello. Nuestro Dios viene, y me alegro de ello. El viene en llama de fuego, y me alegro de ello. El viene con toda su gloria, y me alegro de ello. Lamento que habrá gente sobre la cual él tendrá que tomar venganza, pero me alegro que el día viene cuando todo el pecado será echado fuera por nuestro Dios, que es fuego consumidor.
Ven hermano. ¿Estás listo? ¿Estás listo para encontrarte con él en aquel día? En caso de que no, te dice hoy a ti, “He aquí lugar junto á mí”. Ven hoy, y ponte en este lugar junto a mi. Te revelaré a ti toda mi gloria. “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro”[52]. Y donde halla cualquier defecto en ti que no pueda soportar ahora el intensamente consumidor fuego de su gloria, yo “te cubriré con mi mano” hasta que todo halla pasado: de tal manera que pueda separarte de todo pecado, y salvarte en aquel día de gloria.
Da entonces la bienvenida a quien es fuego consumidor! Habita en su presencia. Abre tu vida. Reconoce el hecho de que él es fuego consumidor, y que nunca es otra cosa diferente. Y regocíjate en ello hoy. Habita en ese fuego consumidor hoy. Y cuando aquel gran día nazca sobre la tierra, en toda su gloria, nosotros también nos regocijaremos en aquel día. Entonces podremos estar en pie y decir “He aquí este es nuestro Dios”[53]. Pero que! con las montañas arrojadas por los aires, toda isla huyendo de su lugar, la tierra surgiendo de abajo, los cielos partiéndose como un rollo, con un ruido más que ensordecedor, y llamas de fuego todo alrededor, su rostro como el sol, sus ojos como llama de fuego, ¿en medio de todo esto nos regocijaremos? Sí, bendito sea el Señor. Nos regocijaremos porque “Este es nuestro Dios”. Lo hemos visto antes; hemos vivido con él, le hemos dado la bienvenida a su presencia consumidora, le hemos dado la bienvenida a sus ojos que son como llama de fuego, de tal manera que pueda examinarnos, y buscar y extraer todo camino de maldad que halla en nosotros. Conocemos cuanta bendiciones y gozo llegaron a nuestra vida cuando su gloria consumidora nos purificó de pecado y de pecar, y nos hizo siervos de justicia para santidad. Y conociendo que bendición fue, exclamamos, en la perfección del completo gozo “He aquí este es nuestro Dios”[54] realmente. Lo vemos ahora, más completamente que antes. Y eso significa mayores bendiciones aún. Y se dirá en aquel día: He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová á quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud.”[55]



[1] Hebreos 12:29
[2] 1 Tesalonicenses 5:1-3
[3] 2 Tesalonicenses 1:8-9
[4] 2 Tesalonicenses 2:8
[5] Isaías 13:9, 11
[6] Malaquías 3:2
[7] Gálatas 2:6
[8] Romanos 1:18
[9] 2 Tesalonicenses 2:8-12
[10] Mateo 25:41
[11] 2 Timoteo 3:1-8
[12] Juan 12:47-48
[13] Hechos 13:46
[14] Juan 3:17
[15] Juan 3:16
[16] Mateo 1:21
[17] Romanos 6:6
[18] Romanos 6:14
[19] Romanos 6:7
[20] Romanos 6:8
[21] Romanos 6:9
[22] Romanos 6:11-14
[23] Romanos 6:16
[24] Romanos 6:17-18
[25] Romanos 6:19
[26] Hebreos 12:14
[27] Apocalipsis 1:14-17
[28] Marcos 9:3
[29] Mateo 17:2
[30] 2 Corintios 6:2
[31] Juan 14:8
[32] Apocalipsis 3:20
[33] Malaquías 3:2
[34] Malaquías 3:3
[35] Apocalipsis 1:14
[36] Hebreos 4:13
[37] 2 Corintios 2:17
[38] Mateo 5:14
[39] Salmos 139:23, 24
[40] Salmos 139:1-5
[41] Salmos 139:23
[42] Salmos 139:24
[43] Exodo 33:18
[44] Mateo 24:30
[45] Apocalipsis 1:7
[46] Exodo 33:18
[47] Exodo 33:19, 21-23
[48] Apocalipsis 6:15-17
[49] Exodo 33:19, 21-23
[50] 2 Corintios 3:18
[51] Juan 20:22
[52] Exodo 33:19
[53] Isaías 25:9
[54] Isaías 25:9
[55] Isaías 25:9

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