viernes, abril 21, 2006

La verdad

¿Te has hecho alguna vez las siguientes preguntas? ¿Que es la verdad? ¿Donde se la encuentra? ¿Como se la adquiere? Son todas preguntas más que relevantes cuando las consideramos a la luz de la revelación respecto de la relación entre Dios y el hombre y la relación entre los hombres. ¿Será que es importante conocer la verdad respecto de Dios? Jesús pone de manifiesto la necesidad de no ser engañados cuando les dijo “Mirad que nadie os engañe”[i] y “Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos”[ii]. En este contexto anterior a la segunda venida de Cristo, concerniente por lo tanto a nuestra época y realidad, urge la recomendación de Jesús tres veces repetida: ¡Cuidado de ser engañados! Veamos a continuación algunos conceptos relacionados con

¿Que es la verdad? ¿Donde se encuentra la verdad?
Varios versículos nos permiten aventurar una primera respuesta a estas preguntas. La misma básicamente es que la palabra de Dios es verdad. La palabra de Dios es la verdad. La palabra que sale de la boca de Dios es verdad.
Tenemos en primer lugar que dice así: “Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo”[iii]. David tenía en su corazón hacerle casa a Dios. Y Dios le promete afirmar para siempre, es decir eternamente, la casa de David. En oración, entonces, da la siguiente afirmación de fe, que constituye la base o el fundamento del pedido de David. Tus palabras son verdad. Las palabras de Dios son verdad. La palabra de Dios es verdad. Otro versículo que agregamos al respecto es “La suma de tu palabra es verdad”[iv]. Toda palabra de Dios es verdad, absolutamente toda palabra, sin excepción. La palabra de Dios se puede resumir en una sola: Verdad. Todo lo que dice Dios es verdad. Es verdad cuando dice “Sea la luz”[v]. Bastó para que Dios pronunciara su palabra para que fuera verdad. Es verdad también cuando dice “tus pecados te son perdonados”[vi]. Y precisamente por esta razón “llama las cosas que no son, como las que son”[vii].
El origen de todo lo que no es verdad, es decir de todo engaño, de toda falsedad, de toda tergiversación, deformación y supresión de la verdad fue claramente declarado por Jesús, cuando dice “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, ... Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”[viii]. ¿Y cual es el metro o medida que determina lo que forma parte de la verdad y que no? Dice el versículo “tu palabra es verdad”[ix], como también dice en otro lado “cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad”[x]. Tenemos indicado aquello que nos guiará para establecer si las afirmaciones que recibimos son parte de la verdad o no. La palabra de Dios y su Santo Espíritu es lo que determina si toda aseveración se ajusta a la verdad o no.
Y en otro lado dice “El es la Roca, … Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: Es justo y recto”[xi]. El es Dios de verdad, el cántico de Moisés declara que Dios es de verdad, no solamente que es Dios único, real, sino que el es el Dios de la verdad. También dice “Las obras de sus manos son verdad y juicio: Fieles son todos sus mandamientos”[xii]. Y tan es así que

Dios mismo se identifica con la verdad.
Jesús se identifica a si mismo de la siguiente manera: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”[xiii]. Dios se identifica con la Verdad. Dios mismo es verdad. Y la palabra encarnada de Dios, el verbo de Dios, es decir Jesús, es verdad tanto como es verdad la Palabra de Dios porque “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”[xiv]. “Y aquel Verbo fue hecho carne”[xv]. “Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS”[xvi]. Y Dios se sigue manifestando como la verdad en la siguiente escritura, “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”[xvii] y “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”[xviii]. Dios se identifica a si mismo con la verdad, y a su palabra con la verdad haciéndolos sinónimos. No solamente esto, sino que la verdad de Dios es una verdad como él mismo, es decir es una verdad que siempre y para siempre es verdad. “Porque Jehová es bueno: para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”[xix].
De lo mencionado anteriormente se deduce que rechazar la verdad, implica rechazar a Dios mismo, ya que él mismo es Verdad y la verdad, porque dice “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”[xx]. Y allí cabe la pregunta que me hago, y te hago a ti también. ¿Cual es mi relación con la verdad / Palabra de Dios / Dios? ¿Cual es tu relación con la verdad? ¿Amo la verdad? ¿Anhelo conocer la verdad o simplemente me es indiferente? ¿Cual es mi postura frente a la verdad? ¿Cual es mi postura frente a nuevas verdades que van surgiendo a mi vista? Porque así como es mi relación con la verdad, así es también mi relación con Dios o mejor dicho aún así como es mi relación con Dios, así será mi relación con la verdad. Dios mismo se identifica a si mismo con la verdad. Y cuando la verdad, cuando Jesús mora en mi vida, no ocurre otra cosa en la vida del creyente que la

Santificación por parte de la verdad.
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”[xxi]. Y también dice “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”[xxii], es decir hay santificación en la misma Palabra de Dios, hay santificación en Dios dado que “… y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”[xxiii]. Su morar en nosotros, si recibimos “al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros”[xxiv], si no le echamos fuera, es lo que santifica al hombre porque “con misericordia y verdad se corrige el pecado:”[xxv], “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió”[xxvi].
Y así, viviendo una nueva vida, “para santificación presentamos nuestros miembros para servir a la justicia”[xxvii], porque “… no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él. Empero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia”[xxviii]. “Habiendo purificado vuestra almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu”[xxix]. “Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene á la luz, porque sus obras no sean redargüidas. Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios”[xxx].
¿Que muestran nuestras obras? ¿Obramos verdad? Nuestra vida es moldeada por la verdad y en la verdad, siendo su fruto “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:”[xxxi]. “Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad”[xxxii]. Y si dejamos que en nuestra vida permanezca la presencia del Espíritu de Dios y de tal manera aceptando y viviendo la verdad

Llegará el día en que su morar en nosotros se trocará en un nosotros morando con él en su ciudad.
Cuan vital e importante es conocer la verdad! Que trascendente es buscar, amar y vivir la verdad. Tanto que es libertad y es vida, tanto que nuestro destino eterno depende de ello. “Escudo y adarga es su verdad”[xxxiii]. La verdad es un escudo sin el cual no puedo salir bien parado de la lucha espiritual “porque ninguna cosas podemos contra la verdad, sino por la verdad”[xxxiv]. No tener la verdad es equiparable a la esclavitud, porque dice “y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará”[xxxv].
Las profecías señalan claramente un tiempo futuro en el cual la verdadera adoración a Dios y su pueblo guardador (no solamente conocedor, sino que también guardador) de verdades será objeto de persecución, un día en que el pueblo de Dios clamará a su Dios “todos tus mandamientos son verdad: Sin causa me persiguen; ayúdame”[xxxvi]. “Porque ya está obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide; Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira; Para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad”[xxxvii]. El amor por la verdad. ¿Tengo yo, tienes tú, amor por la verdad? ¿Creo en la verdad o prefiero consentir con la iniquidad? ¿Y como reacciono ante la verdad? “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad é injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia:”[xxxviii]. Tenemos como testigo nuestro en el tiempo la historia del pueblo de Israel, como bien dice el texto “y estas cosas les acontecieron en figura; y son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado”[xxxix] cuyo devenir en la antigüedad fue descrito por el profeta diciendo “según está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros: y no hemos rogado a la faz de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad”[xl]. Entender tu verdad. ¿Dedico tiempo a entender la verdad de Dios? Porque claramente esta indicado nuestro camino en la vida “Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz:”[xli].
Si permitimos que los principios mencionados rijan nuestra vida, cuando el “Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con su verdad”[xlii], seremos por El justificados. Ya el salmista decía “Envía tu luz y tu verdad: éstas me guiarán, Me conducirán al monte de tu santidad, Y a tus tabernáculos”[xliii]. La verdad de Dios nos guiará a adorarlo a El. Su verdad nos guiará a su templo. Nos guía a sus moradas. “Compra la verdad, y no la vendas”[xliv]. Por favor, compra la verdad. Cómprala, entrega todo lo que tienes por ella y jamás la abandones. Abandona aquellas cosas que te obstruyen alcanzar la verdad. Así algún día no muy lejano pueda ser realidad en tus oídos y en mis oídos “Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades”[xlv]. “Así dice Jehová: Yo he restituido a Sión, y moraré en medio de Jerusalem: y Jerusalem se llamará Ciudad de Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”[xlvi].
Amén.
[i] Mateo 24:4
[ii] Mateo 24:11
[iii] 2 Samuel 7:28
[iv] Salmos 119:160
[v] Génesis 1:3
[vi] Mateo 9:2
[vii] Romanos 4:17
[viii] Juan 8:44
[ix] Juan 17:17
[x] Juan 16:13
[xi] Deuteronomio 32:4
[xii] Salmos 111:7
[xiii] Juan 14:6
[xiv] Juan 1:1
[xv] Juan 1:14
[xvi] Apocalipsis 19:13
[xvii] Juan 15:26
[xviii] Juan 16:13
[xix] Salmos 100:5
[xx] Juan 18:37
[xxi] Juan 17:17
[xxii] Juan 17:19
[xxiii] Gálatas 2:20
[xxiv] Juan 14:17
[xxv] Proverbios 16:6
[xxvi] Juan 14:23, 24
[xxvii] Romanos 6:19
[xxviii] Romanos 8:10
[xxix] 1 Pedro 1:22
[xxx] Juan 3:19-21
[xxxi] Hebreos 12:14
[xxxii] 2 Tesalonicenses 2:13
[xxxiii] Salmos 91:4
[xxxiv] 2 Corintios 13:8
[xxxv] Juan 8:32
[xxxvi] Salmos 119:86
[xxxvii] 2 Tesalonicenses 2:7-12
[xxxviii] Romanos 1:18
[xxxix] 1 Corintios 10:11
[xl] Daniel 9:13
[xli] Zacarías 8:16
[xlii] Salmos 96:13
[xliii] Salmos 43:3
[xliv] Proverbios 23:23
[xlv] Isaías 26:2
[xlvi] Zacarías 8:3

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